Y es que a veces siento que estoy dentro de una burbuja, donde me protejo de todo lo malo. Donde me distancio de los extremos, dirigiéndome a la objetividad. Lo relativo abunda, la duda persiste, no podemos tener ideas claras, posturas arraigadas, solo hay pequeños matices correctos éticamente. Y es que lo que para unos es bueno, para otros es inevitablemente malo. No, en este mundo no hay justicia, la naturaleza no la creó. Nos creó para luchar contra los demás. Cada día estoy más segura de que la respuesta a muchos de los problemas científicos se puede resolver con la adaptación al medio. Y es que si esa idea es cierta todo cobraría sentido.
Mientras unos se dedican a vivir, otros se dedican a pensar por qué vivimos. Y es que es mucho el precio que nos cuesta destapar el cielo de estrellas para ver que quizás no haya nada más allá. Y una vez que logras destapar un poquito, es imposible volver a vivir de igual manera. La motivación del saber por saber es una droga, los que la tienen suelen creer que es universal, pero realmente muy pocos se preocupan de hacerse preguntas.
Y es ahora cuando me viene a la mente algo que pensaba de muy pequeña, y es que creía que las palabras no importaban, pensaba que había demasiados malentendidos en el mundo por culpa de ellas, creía que el lenguaje era un obstáculo para la verdad, sería tan fácil transmitir ideas tal y como las tenemos en la mente sin tener que arriesgarnos a que la gente las malinterprete cuando las decimos, se resolverían tantas cosas, se iría tan rápido...
Ahora mismo hay algo que me hace sentir muy bien. Hay alguien que me proporciona todo lo que necesito para completarme como persona. Como dice él, no hay razón para este sentimiento, simplemente lo siento, y si la hay no quiero saberla. Logra que me emocione, que suspire, hace que sienta que haya personas increíbles en el mundo. No entiendo cómo puede existir alguien tan fiel, con tanta bondad dentro de sí. Aunque me esté protegiendo a mi misma por el miedo a sufrir, dentro de mí está forjándose un sentimiento inevitable, y ahora no tengo miedo a experimentarlo. Nadie podría haberme quitado ese miedo, desde luego soy afortunada. Soy afortunada por tener la oportunidad de hacerle sentir algo que jamás ha sentido.
Con él solo quiero dejarme llevar, quiero mirar la hora y volverme a sorprender de lo rápido que pasa el tiempo cuando lo único importante en ese momento sea mirarle a los ojos o cogerle de la mano.
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