Nada es comparable con esos instantes en los que decir un te quiero deja
de sonar forzado o sobreactuado.
No, no cambiaría nada esas noches a su lado. Esas caricias tan naturales
que crecen de sus manos.
Cómo le digo yo que me hace feliz estar con él haciendo cualquier
tontería que se nos ocurra, decir cualquier cosa que te venga a la mente, tener
esa libertad de darle un beso o un achuchón cada vez que se antoje, esa
confianza que va forjándose, es algo que no es atribuible a la razón, es algo
que sale de dentro. La plenitud de sentirte feliz, realizado, a gusto con
alguien, la plenitud de dormir cada noche después de verle los ojos, es algo
que no cambiaría por nada del mundo.
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