domingo, 29 de mayo de 2011

Y más...




El exterior nos predetermina a sentirnos de una forma única, ese exterior que percibimos lo procesamos de una manera, y junto con miles de factores más hacen que nuestros sentimientos tengan nombre, sea entusiasmo, fortaleza, tristeza, esperanza, enojo, celos o asombro. Y en ocasiones asumir un sentimiento erróneamente nos provoca crearlo, por ello la inteligencia emocional nos proporciona conocer nuestros sentimientos, regulándolos, facilitando su comprensión y expresión para hacernos la vida más fácil y llevadera, evitando confusiones y sintiendo a la par el sentimiento ajeno, pudiendo prestar ayuda fácilmente cuando sea necesario.
Después de estas últimas semanas podría definir mi felicidad como una escala, en la que el viernes es la cumbre de ella, noto que la necesidad que tengo no puedo conseguirla, es como si estuviera rozando el cielo sin poder tocarlo exceptuando solo algunos pequeños instantes. Es querer más y no poder, es justo lo que no tenía antes, que cualquier cosa me resultaba rutinaria, posible, hacer por hacer, obligación o compromiso, no, ahora es hacer por querer, todo nuevo, imposible o espontáneo y único, necesidad y ganas de hacerle y hacerme sentir bien. ¿Es bueno, no?

No intento convencerme de que todo sea como quiero que sea, ya es como lo quiero.


Sin embargo sigo pensando que no somos las personas, somos los momentos los que amamos.

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